ABORTO E INDIVIDUALIDAD.
Por: Lic. Néstor Martínez
Pancholon Investigador y divulgador
En Internet se ha publicado un artículo de Diana Mines titulado “Derecho
a la vida, feliz”, en el que exponen los siguientes argumentos en torno
a la despenalización del aborto, que pasaremos a examinar. En cursiva las opiniones de la autora, que no hemos cambiado, sino sólo reordenado un poco a veces por claridad expositiva. Vamos a hablar del “código genético” de un individuo, aunque nos han dicho los que saben que es más acertado decir “cariotipo”.
a la vida, feliz”, en el que exponen los siguientes argumentos en torno
a la despenalización del aborto, que pasaremos a examinar. En cursiva las opiniones de la autora, que no hemos cambiado, sino sólo reordenado un poco a veces por claridad expositiva. Vamos a hablar del “código genético” de un individuo, aunque nos han dicho los que saben que es más acertado decir “cariotipo”.
1) “La fecundación de un óvulo por un espermatozoide da comienzo a una vida cuyo código genético es único e irrepetible”.
Este argumento no resiste el sencillo ejemplo de los hermanos gemelos, cuyo código genético es idéntico. Por otra parte, como lo ha estudiado el médico y sexólogo clínico uruguayo, Dr. Dante Olivera, las posibles repeticiones del código genético en personas sin vínculo familiar son más altas de lo que imaginamos. Los aproximadamente 30.000 genes que conforman ese código no se recombinan arbitrariamente, sino por segmentos determinantes de funciones y características del futuro ser. Si bien esto sigue dado un número elevadísimo de probables combinaciones, el número de seres humanos que han existido es mucho mayor, por lo cual es muy probable la repetición.
No es, por tanto, el código genético del individuo lo que lo hace ser un
individuo, sino la realización material concreta de ese código genético,
que puede también en principio realizarse en infinidad de otras realizaciones
materiales concretas, otros individuos.
individuo, sino la realización material concreta de ese código genético,
que puede también en principio realizarse en infinidad de otras realizaciones
materiales concretas, otros individuos.
Pensemos por ejemplo en una novela, como “El Señor de los anillos”. Es una sola novela, y sin embargo, existe concretamente en multitud de ejemplares impresos. Cada uno de ellos es una realización individual del “código” que es la novela. No tiene porqué haber, y no debe haber, la más mínima diferencia a nivel del “código” entre dos ejemplares de la novela. Pero eso no quita nada a la total individualidad de cada uno de esos ejemplares respecto de los demás. No son partes de una sola gran novela impresa. Cada uno de ellos es un ejemplar completo, una novela entera.
En forma semejante, no idéntica, el embrión, inmediatamente después de la
concepción, es una realización individual y concreta de un código genético
particular. No negamos, para nada, que ese mismo código pueda, en principio, realizarse concretamente en otro individuo diferente. A lo que nos negamos es a concluir que por esa razón, ese otro no será un individuo diferente del primer individuo, y que éste se verá afectado o cuestionado en su individualidad por la existencia posible o real del otro.
concepción, es una realización individual y concreta de un código genético
particular. No negamos, para nada, que ese mismo código pueda, en principio, realizarse concretamente en otro individuo diferente. A lo que nos negamos es a concluir que por esa razón, ese otro no será un individuo diferente del primer individuo, y que éste se verá afectado o cuestionado en su individualidad por la existencia posible o real del otro.
2) Hoy se sabe que en las etapas iniciales de la división del óvulo fecundado se esbozan frecuentemente embriones gemelos, y que en la mayoría de los casos uno de ellos fagocita al otro.
Aquí hay que precisar claramente, la diferencia que hay entre el embrión
gemelo “en potencia”, (a lo que parece apuntar el verbo “esbozar”), es
decir, la posibilidad de que surja un segundo embrión a partir del “óvulo
fecundado”, y el mismo embrión gemelo “en acto”, es decir, una vez producida actualmente la división del óvulo fecundado.
gemelo “en potencia”, (a lo que parece apuntar el verbo “esbozar”), es
decir, la posibilidad de que surja un segundo embrión a partir del “óvulo
fecundado”, y el mismo embrión gemelo “en acto”, es decir, una vez producida actualmente la división del óvulo fecundado.
La existencia de varios individuos “potenciales” en un solo individuo “actual” no contradice para nada la individualidad de este último. Así, el hecho de que una hoja de papel pueda ser cortada en infinidad de pedazos no quita que mientras no es así cortada, sea una sola hoja de papel.
Y cuando se ha producido la división, “en acto”, nada obsta tampoco a la
individualidad actual de cada uno de los trozos resultantes.
individualidad actual de cada uno de los trozos resultantes.
Ahora bien, es claro que la “fagocitación” de un embrión por otro ha de
esperar, naturalmente, a que se haya producido actualmente dicha división,
pues lo que existe sólo “en potencia” no puede ser aún fagocitado, como
no puedo comerme la naranja posible que ha de brotar en el futuro de esta semilla. Y el hecho de que un individuo fagocite a otro no quita que ambos, mientras existen, claro, puedan ser legítimamente denominados “individuos”, al contrario, lo exige.
esperar, naturalmente, a que se haya producido actualmente dicha división,
pues lo que existe sólo “en potencia” no puede ser aún fagocitado, como
no puedo comerme la naranja posible que ha de brotar en el futuro de esta semilla. Y el hecho de que un individuo fagocite a otro no quita que ambos, mientras existen, claro, puedan ser legítimamente denominados “individuos”, al contrario, lo exige.
3) Algo así como un aborto natural, tal vez un recurso de selección de la
especie.
especie.
Puede ser, pero el asunto es justamente que no somos responsables de lo
natural en cuanto natural, solamente somos responsables de lo libre en tanto
que libre. La naturaleza no solamente fagocita embriones, también mueren
personas adultas en terremotos, inundaciones, etc., etc. Pero no es necesario discutir si despenalizamos o no el cáncer o la vejez.
natural en cuanto natural, solamente somos responsables de lo libre en tanto
que libre. La naturaleza no solamente fagocita embriones, también mueren
personas adultas en terremotos, inundaciones, etc., etc. Pero no es necesario discutir si despenalizamos o no el cáncer o la vejez.
4) El planeta habría colapsado si hubieran nacido todos los embriones concebidos en la Historia!
Exagerado, seguramente. Pero de todos modos, nos referimos a lo dicho en
el número anterior.
el número anterior.
5) El propio espermatozoide fecundador es el único sobreviviente entre millones presentes en cada emisión de semen, destinados a morir en pocas horas.
Aquí el error está en identificar al espermatozoide como individuo viviente,
al mismo nivel, prácticamente, que el embrión. Pero nada obliga a hacerlo.
Al contrario. Para usar un argumento muy periférico, posee solamente la
mitad de los cromosomas propios de la especie. Pero además, no puede desarrollarse hasta llegar a ser un individuo humano adulto, como sí el embrión y un niño de tres años.
al mismo nivel, prácticamente, que el embrión. Pero nada obliga a hacerlo.
Al contrario. Para usar un argumento muy periférico, posee solamente la
mitad de los cromosomas propios de la especie. Pero además, no puede desarrollarse hasta llegar a ser un individuo humano adulto, como sí el embrión y un niño de tres años.
6) Lo que en realidad hace únicas e irrepetibles a las personas “incluso
a las gemelas- no es su genoma sino la expresión de cada gen y su interacción con el medio, fundamentalmente luego del nacimiento.
a las gemelas- no es su genoma sino la expresión de cada gen y su interacción con el medio, fundamentalmente luego del nacimiento.
De aquí se sigue que al nacer no somos todavía personas únicas e irrepetibles…Esto parece ampliar los horizontes del aborto hasta confinar con los del infanticidio…Es decir, parece que con este argumento se puede matar también a los recién nacidos.
Ahora bien, para poder interactuar con el medio, hay que ser ya la realización concreta y material de un “código genético” determinado. La novela abstracta, aún no materializada en papel, no puede interactuar con nada, como no sea en el mundo de las ideas. Y una vez materializada y capaz de interacción, es ya un ejemplar individual de la novela.
7) “A partir del momento de la concepción, existe una persona completa en potencia.”
Pero en este concepto de “vida en potencia” la Biblia iba mucho más lejos
y condenaba la masturbación en el hombre “la de la mujer no era siquiera mencionada- porque derramaba semen capaz de engendrar hijos.
y condenaba la masturbación en el hombre “la de la mujer no era siquiera mencionada- porque derramaba semen capaz de engendrar hijos.
Aquí hay que dejar bien claro que el argumento de la “persona en potencia”
es efectivamente incapaz de fundamentar la condena del aborto. El mismo
espermatozoide o el óvulo podrían ser llamados “personas en potencia”, pues de ellos puede resultar un ser humano personal. Parece ser que la autora siente predilección por el método dialéctico del “hombre de paja”, consistente en atribuir al adversario argumentos débiles, que en realidad él no sostiene, para poder “derrotarlo”.
es efectivamente incapaz de fundamentar la condena del aborto. El mismo
espermatozoide o el óvulo podrían ser llamados “personas en potencia”, pues de ellos puede resultar un ser humano personal. Parece ser que la autora siente predilección por el método dialéctico del “hombre de paja”, consistente en atribuir al adversario argumentos débiles, que en realidad él no sostiene, para poder “derrotarlo”.
El embrión, inmediatamente después de la concepción, es una realidad actual, no solamente potencial. Lo que es, lo es en acto, no solamente en potencia. Y lo que es, es la realización individual de una configuración específicamente humana. O sea, una persona humana, según la antiquísima definición de Boecio:
“Sustancia individual de naturaleza racional”.
La naturaleza racional, en efecto, la ha recibido de sus padres, pues “el ser humano engendra al ser humano”, y en general, cada especie viviente engendra algo de su misma naturaleza.
Prueba de ello, además, es que a partir de ese instante, por un puro desarrollo gradual, que continúa además después del nacimiento, llega a existir una persona humana adulta.
En lo sustancial, el embrión es persona en acto, no en potencia. Lo que
es aún en potencia es de orden accidental, es decir, del orden de las capacidades y actos que suponen el sujeto sustancial. Lo que está en potencia, en el embrión, no es la humanidad ni la individualidad ni el ser persona, sino ciertas capacidades, ciertos órganos, y ciertos actos que suponen esas capacidades y esos órganos, como el acto de pensar. En efecto, todo eso ha de estar en potencia en el embrión, puesto que ha salido de allí, finalmente, y no de otra parte, cuando finalmente se hace actual.
es aún en potencia es de orden accidental, es decir, del orden de las capacidades y actos que suponen el sujeto sustancial. Lo que está en potencia, en el embrión, no es la humanidad ni la individualidad ni el ser persona, sino ciertas capacidades, ciertos órganos, y ciertos actos que suponen esas capacidades y esos órganos, como el acto de pensar. En efecto, todo eso ha de estar en potencia en el embrión, puesto que ha salido de allí, finalmente, y no de otra parte, cuando finalmente se hace actual.
Así, de modo análogo, el niño es persona humana en acto, y adulto en potencia. Tiene en potencia solamente una serie de capacidades y actos, e incluso cierto desarrollo físico, que sólo tendrá en acto en la adultez.
8) En primer lugar, no se puede hablar de organismo completo antes de la 12ª semana de gestación, cuando en el embrión aún no se ha desarrollado el sistema nervioso central ni sus órganos vitales.
Es evidente, por el contrario, que el embrión es un organismo completo,
pues su código genético es totalmente distinto del de la madre, y hasta
su sexo puede ser diferente y está ya determinado desde la concepción.
pues su código genético es totalmente distinto del de la madre, y hasta
su sexo puede ser diferente y está ya determinado desde la concepción.
Lo que no es un organismo completo, es parte de otro organismo, pero no se ve cómo el embrión dejaría de ser parte por el hecho de desarrollarse una
parte del embrión como es el cerebro. No se ve cómo el desarrollo de una parte de una parte haría que esta parte se convirtiese en un todo.
parte del embrión como es el cerebro. No se ve cómo el desarrollo de una parte de una parte haría que esta parte se convirtiese en un todo.
Lo que quiere decir la autora, parece, es que no es un organismo humano
completo, o un organismo completamente humano, hasta que se desarrolla el cerebro.
completo, o un organismo completamente humano, hasta que se desarrolla el cerebro.
Pero entonces tendríamos que un organismo completo no humano se ha convertido en un organismo completo humano por el hecho de habérsele desarrollado hasta cierto punto el cerebro. Uno se pregunta de dónde procede tal desarrollo, y si no es que procede enteramente del organismo no humano anterior. Y entonces, se sigue preguntando cómo un organismo no humano puede sacar de sí un cerebro humano, y tan humano, que es lo que hace “humano” al organismo completo posterior.
9) Conviene recordar que es la denominada “muerte cerebral” la que determina el fin de la vida de una persona adulta y habilita la desconexión de cualquier soporte vital mecánico y la extracción de sus órganos con fines de transplante.
Aquí hay que preguntar ante todo si una persona con “muerte cerebral” que
sigue respirando está realmente muerta. Eso lleva consigo otras preguntas,
por ejemplo, si los cadáveres respiran, si la respiración no es una función
propia de los seres vivos, etc.
sigue respirando está realmente muerta. Eso lleva consigo otras preguntas,
por ejemplo, si los cadáveres respiran, si la respiración no es una función
propia de los seres vivos, etc.
Lo de la “muerte cerebral”, además, es en todo caso una norma jurídica, no una verdad filosófica.
Es en todo caso un criterio de muerte (discutible, en nuestra opinión), pero eso no quiere decir que sea la causa o naturaleza misma de la muerte.
Por el contrario, lo que sí sabemos sin duda alguna, es que la muerte es la cesación de la vida, según Perogrullo. Y que el embrión es un organismo vivo desde la misma concepción, individualmente distinto de la madre (cfr. arriba).
10) En el caso de Uruguay, ni siquiera es razonable esgrimir la despoblación como argumento para forzar más nacimientos, si el principal factor de disminución – la emigración – no es combatido.
Argumentación peregrina. Aparentemente, no se puede combatir los factores no principales mientras no se combata el principal.
Tampoco se trata, evidentemente, ante todo, de combatir la despoblación. Simplemente se hace ver la anomalía que implica despenalizar el aborto en un país que cada vez más se va convirtiendo en un “país de viejos” y pocos. En todo caso, son los partidarios del aborto los que combaten la “población” del país.
Nótese además que donde dice “forzar nacimientos”, debe leerse en realidad “evitar el asesinato de los ya concebidos”. No se trata de una política poblacionista impositiva que exija a cada mujer, casada o no, por ejemplo, traer tres hijos al mundo en el plazo de cuatro años. No se trata de “forzar nacimientos”, sino de impedir asesinatos. No es un problema que se plantee antes de la concepción, sino después.
11) “La vida es sagrada”.Esta enunciación de apariencia irrebatible encierra, en realidad, una profunda hipocresía. Tomada en su sentido general, queda desmentida por la cantidad de especies animales y vegetales que se extinguen casi a diario por la acción directa o indirecta del hombre.
En primer lugar, la afirmación, literalmente entendida, no tiene ninguna apariencia de “irrebatible”, pues basta reflexionar en el habitual consumo de chorizos y morcillas para captar su falta de exactitud. Lo que pasa es que estamos de nuevo ante el “hombre de paja” que fabrica la autora para evitar la incomodidad de enfrentar las objeciones reales a su tesis.
Evidentemente, “la vida es sagrada”, en el contexto de la lucha contra el aborto, es una forma abreviada de decir que la vida humana es sagrada. No puede ser otra cosa, lógicamente, en un planeta donde la población no sea, ya no vegetariana estricta, pues los vegetales también son seres vivos, sino “mineralista”, es decir, consumidora solamente de minerales inorgánicos.
12) Pero resulta cínica incluso si se entiende por “vida” la humana, tan
alto es el costo pagado por las guerras, hambrunas, enfermedades y violencia de todo tipo que los intereses de los poderosos han provocado “y siguen provocando- con el complaciente silencio o el respaldo explícito de los sistemas religiosos.
alto es el costo pagado por las guerras, hambrunas, enfermedades y violencia de todo tipo que los intereses de los poderosos han provocado “y siguen provocando- con el complaciente silencio o el respaldo explícito de los sistemas religiosos.
Aparentemente, entonces, la vida humana no es sagrada, porque la humanidad la ha atropellado innumerables veces, y eso sin duda ha sido un crimen grande, ¿porque la vida humana es sagrada…?
Además, decir que la vida humana no es sagrada porque esa sacralidad no se ha respetado es sentar un principio nefasto. El asesino podría decir que su víctima no tenía derecho a vivir, puesto que él ha pisoteado ese derecho. El estafador, que su víctima no tenía derecho no ser engañada, etc.
En definitiva, como la humanidad a lo largo de la historia ha quitado la vida muchas veces al hombre ya nacido, ¿eso nos habilita a nosotros para quitársela también antes de nacer?
¿Es malo quitar la vida a un soldado enemigo, en una guerra que puede ser defensiva, y que viene contra nosotros armado hasta los dientes, y no es malo quitar la vida a un ser inocente e indefenso en el seno de su madre?
¿Es cinismo, entonces, defender la guerra justa, y no es cinismo, infinitamente peor si el primero lo fuese, que no lo es, defender el derecho a abortar?
13) Podría argumentarse que su sacralidad es inherente y no puede ser desmentida por las infracciones cometidas contra ella. Pero la misma palabra “sagrada” alude a una condición divina e inexplicable, no a razones generadoras de un compromiso auténtico con la vida.
Es verdad que Dios es “inexplicable”, porque es la explicación última de todo, y por tanto, no puede haber otra explicación anterior a Él, que lo “explique” a Él mismo. Pero esto no quiere decir que Dios no exista. Muchas cosas son inexplicables, y existen, por ejemplo, las abortistas. Dios es Infinito, y lo Infinito, inexplicable. San Agustín decía : “Si lo comprendes, no es Dios”.
Por otra parte, no está fundada en el texto que analizamos la oposición gratuita que se establece entre “condición divina” y “razón generadora de un compromiso auténtico con la vida”. ¿Acaso son así de “generadoras” las razones que llevan a legitimar el aborto? ¿Eso es “compromiso con la vida”? ¿No tuvo “compromiso” con la vida la madre Teresa de Calcuta, que se basó en una “condición divina inexplicable”?
14) La supuesta sacralidad de la vida del hombre proviene de su proclamada hechura “a imagen y semejanza de Dios”, pero nunca aclararon los expertos en bioética confesional cuál de los hombres inauguró ese parecido: si el Australopitecus, el Hombre de Java, el de Neanderthal o el Homo Sapiens.
Ante todo, la dignidad de la persona y de la vida humana no tienen nada de “confesional”. Es excesivo honor el que se nos hace a los católicos al proclamarnos los únicos defensores del valor intangible de la vida humana.
Se insulta, además, a los no católicos, cuando se los supone automáticamente incapaces de apreciar y defender dicho valor intangible de la vida humana desde que existe.
La voz de la conciencia puede decir al no creyente que la vida humana tiene derecho a ser respetada desde que existe, de modo suficiente para moverlo a comprometerse con ese valor, mientras que el creyente conoce por la fe cuál es el fundamento de dicha obligación: la imagen divina en el hombre.
¿Qué es todo el discurso de los derechos humanos, sino afirmación del valor único e intangible de la vida humana en todas sus manifestaciones? ¿Y en qué parte de la Tierra surgió ese discurso, sino en aquella que hacía siglos que venía siendo regada con la predicación cristiana?
Pero además, la autora parece inquieta por la necesidad de identificar exactamente cuándo se dio el paso del “homínido” al “hombre”. ¿No alcanza con saber que se dio sin duda en algún momento, como lo prueba la actual existencia del género humano? No estamos discutiendo la despenalización del aborto del “homo habilis” o del “australopithecus”.
Por otra parte, dado que llama “hombres” a todos los que cita, la respuesta a su pregunta debería ser: “El más antiguo, si no existió antes de él ningún otro “hombre” “.
Lo que sí es seguro, y en eso debemos basarnos de aquí en adelante, es que el primer hombre era humano.
15) “O fueron los homínidos proyectos abortados por el Señor, como los antecesores de Noé”
Hay que reconocer que no es fácil juntar tantos errores en tan pocas palabras. En primer lugar, al decir ahora “homínidos”, parece dar a entender que no se trata de “hombres”, y entonces, ya quedamos fuera de la discusión, que es acerca del aborto humano. En efecto, ni siquiera nos oponemos a la despenalización del aborto de chimpancés o gatos, porque tampoco está penalizado, como no lo está la producción de matambres o chinchulines.
Pero más grave es que al parecer los homínidos tenían una extraña aptitud para ser abortados después de nacer. No se ve cómo compaginar eso con la definición que los mismos abortistas suelen dar del aborto: “interrupción del embarazo”. Esta rara cualidad es proyectada por la autora a los mismos antecesores de Noé, que según el relato bíblico perecieron bajo las aguas del Diluvio.
16) La vida no es sagrada sino valiosa, en todo su rango.
Estamos de acuerdo, sin duda, en que la vida es valiosa. No en que no sea sagrada, más bien, decimos que, en último análisis, es valiosa porque es sagrada. La vida humana, claro. “En todo su rango” es una forma, curiosamente, de decir que la vida humana no es específicamente valiosa, sino que vale en esencia tanto como aquella de la cual proceden las morcillas, los chorizos, los matambres y los chinchulines.
17) Su valor proviene del inagotable despliegue de sus capacidades y complejidades, de su diversidad, su poder de adaptación y sus interacciones, de la irrepetibilidad que genera su historia.
Éste es un párrafo cuidadosamente trabajado, parece. Se habla del “despliegue de las capacidades”, no de las capacidades mismas, porque éstas ya están, de forma más o menos remota, en el mismo embrión una vez concebido. Y a ese “despliegue” se lo llama “inagotable”, cuando en realidad las que son inagotables son las capacidades que se despliegan, o la capacidad de despliegue mismo, que ya está dada tras la concepción.
En el mismo sentido se habla de la “irrepetibilidad que genera la historia”, para no tener que reconocer que esa irrepetibilidad ya está dada, como decíamos arriba, con la realización concreta, material y existencial del código genético tras la concepción.
Recordemos que eso de la “irrepetibilidad que genera la historia” se parece al caso arriba mencionado, del ejemplar del “Señor de los anillos” que se va “papelizando” progresivamente, saliendo así poco a poco de la existencia abstracta e ideal…
18) La valoración de la vida humana debe pasar necesariamente por el respeto y el afecto recíproco.
Otro párrafo que lleva las señales del esfuerzo. Al pie de la letra, significa, parece, más bien, que la vida humana no tiene valor si no la respetamos, no que la respetamos porque tiene valor.
De lo contrario, la vida tendría valor, y punto, la respetásemos o no.
Ya vimos que ese argumento viene como anillo al dedo a todos los asesinos a sueldo para justificar la honorabilidad de su oficio.
Pero ni siquiera alcanza con el respeto: hace falta además el afecto. O sea, que si no la queremos, no tiene valor tampoco. Mismo comentario.
Pero ni siquiera alcanza con el respeto y el afecto: además, el afecto (¿el respeto también?) ha de ser “recíproco”. O sea, siendo siempre literales, que hasta que el hijo no esté en condiciones de devolver afecto (¿y “respeto”?) a sus padres, perdón, a su madre, no tiene tampoco derecho a la vida.
Es posible, claro, que esta exégesis nuestra sea equivocada, pero entonces no vemos cuál sería la correcta.
19) La reproducción, que en los animales no racionales obedece al instinto, en la humana requiere compromisos y no puede ser impuesta por la violencia sexual o porque “Dios manda”.
Estamos en contra, ciertamente, de la violencia sexual. Dios no manda a nadie, tampoco, reproducirse. La orden del Génesis está dada al género humano en su conjunto, no niega el derecho de cada individuo a elegir el celibato, si siente que esa es su vocación. Es obvio que dada la naturaleza humana, esa vocación será en todo caso minoritaria.
Entre paréntesis, es interesante recordar que uno de los argumentos del siglo XIX contra el catolicismo era que con la práctica del celibato atentaba contra la reproducción de la especie humana. Así se cerraron (y expropiaron) muchos conventos. Ahora, somos culpables de flagrante superpoblación y reproductivismo. ¡Oh avatares, manes, de las opiniones humanas!
Pero una cosa es no imponer a nadie la concepción de una nueva vida, y otra muy distinta, matar a una nueva vida ya concebida. No se trata de imponer la reproducción, sino de prohibir el homicidio.
20) La mujer tiene un útero, no es un útero. Es un ser humano con plenos derechos, muchos de ellos silenciados durante siglos por un sistema de valores que le asignó la tarea de servir al varón “padre, hermano, esposo, hijo, cura, patrón- postergándose a sí misma a veces hasta el sacrificio.
O sea, es malo desconocer el derecho de la mujer a tener personalidad propia, pero no es malo desconocer el derecho a la vida del que ya ha sido concebido.
21) Una lectora de este diario apuntaba hace pocos días que semejante imposición es una forma de aborto a la realización de la mujer como persona.
¿O sea que no debería ser penalizada? (Entre paréntesis ahora sí: ¿está hablando de las mujeres homínidas?).
21) Entre todos los derechos que asisten a los individuos – más allá de que sean respetados o no- está el de ser felices. La indefensión del embrión, tantas veces invocada para reclamar su nacimiento obligatorio, lo expone a la perspectiva de una vida no deseada ni bienvenida, una vida infeliz. Por la mujer y por él es que se vuelve tan imprescindible educar, prevenir, legislar. Para no tener que abortar.
Sigamos aclarando: “nacimiento obligatorio”, porque antes de ser concebido, alguien decreta que debe nacer: No, claro. “Nacimiento obligatorio”, porque después de concebido, el más básico sentido ético prohibe asesinarlo: Sí, claro.
Sí estamos de acuerdo en que los derechos de los individuos, por ejemplo, el más básico, el derecho a la vida, que lo tienen desde que existen, o sea, desde que son concebidos, subsisten “más allá de que sean respetados o no”.
“Por la mujer y por él”: ¡Ahora resulta que se desconoce el derecho a la vida del embrión para salvaguardar su derecho a la felicidad! Tiene derecho a la vida feliz, luego, como su vida no será feliz, porque no queremos que lo sea, porque no lo deseamos ni le damos la bienvenida, entonces, para protegerlo, lo matamos!
¿Porqué no se puede justificar con el mismo argumento el infanticidio? ¿Qué pasa si después de que el niño nace nos damos cuenta de que no lo queremos y de que su vida no va a ser, por tanto, feliz? ¿Lesionaremos su derecho a la vida feliz dejándolo que viva, más aún, alimentándolo, cuidándolo y educándolo según nuestros medios, o tendremos el valor de defenderlo de la vida dándole a comer chocolate envenenado o algo así?
Terminemos este trabajo citando una vez más al gran G. K. Chesterton, que en una sola frase definió la situación actual de nuestra cultura:
“Me dicen que estamos en medio de una gran crisis moral. No hay que alarmarse: es solamente una crisis mental”.
Es verdad que la irrepetibilidad del individuo humano no radica en la irrepetibilidad de su “código genético” individual. Ya decía Aristóteles que “el individuo es inefable”, es decir, no puede ser captado conceptualmente en lo que tiene de propiamente individual: cualquier serie de características que queramos dar como definitorias de la realidad individual de alguien, podría también realizarse en infinidad de otros individuos posibles. La individualidad humana, en cuanto tal, es de orden material y concreto, no pertenece al orden de las características conceptualmente enumerables, sino al de la realización existencial y concreta de este ser dado en esta materia dada, concreta, existente.
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